El alienista, de Caleb Carr


A finales del siglo XIX Nueva York tení­a poco que ver con la ciudad que hoy conocemos, era más bien un apiñamiento de ciudades colmena unidas por grandes arterias, y lujosas zonas residenciales. Las leyes tampoco eran las mismas, una de las principales diferencias consistí­a en que la minorí­a de edad no estaba contemplada por la ley. Un niño de corta edad era responsable de sus actos, y buena parte de los niños de la ciudad viví­an en condiciones de explotación infrahumanas. Algunos eran explotados en trabajos penosos, y muchos se ganaban la vida prostituyéndose. La prostitución infantil era un negocio que reportaba pingües beneficios. Yo soy Jonh Schuyler Moore, periodista del New York Times, y conozco al dedillo esos ambientes. Pero allá por el año 1896 empezaron a ser asesinados niños que se prostituí­an como travestidos, siendo horriblemente torturados. Mi amigo, el comisario Theodore Roosevelt, que luego llegarí­a a presidente de los Estados Unidos, reunió un grupo de expertos para que actuaran al margen de la corrupta e ineficaz policí­a neoyorquina. El doctor Kreitzler, eminente alienista, o como dicen ahora, psiquiatra, encabezaba el mismo; y en él estábamos mi amiga Sara Howard, que serí­a la primera mujer policí­a de la ciudad, los hermanos Isaacson, …(sigue)
dos judí­os detectives del cuerpo, que hací­an í­mprobos esfuerzos por ejercer la primera policí­a cientí­fica, ante la rechifla de sus compañeros; y los dos ayudantes de oscuro origen del doctor, Stevie Porra, un muchacho del arroyo, y Cyrus, un negro asesino bajo su custodia. Todos juntos nos enfrentamos a un psicópata asesino, en la primera búsqueda racional que se hizo de uno, tras los fallidos intentos de Scotland Yard por encontrar al destripador de Londres. Pero no sólo tení­amos en frente a un asesino frí­o e inteligente, sino también a una sociedad hipócrita que trataba de esconder sus defectos, y de arrinconar lo feo fuera de su vista, y de unas instituciones corruptas en manos de los delincuentes locales, de los que cobraban mejor sueldo que de su placa. Personajes como el omnipotente banquero J.P. Morgan contibuyen a enredar aún más la trama.
El grupo buscó pistas en la ciudad y fuera de ella, remontándose en el tiempo en la búsqueda de expedientes de asesinatos sin resolver; y también viajó a las afueras, a la campiña de la periferia, algunos hasta la capital del gobierno, y otros hasta tierras fronterizas con los indios.
La trama es genuina, una especie de CSI del paleolí­tico, pero la descripción de la vida de la gente en aquel tiempo es estremecedoramente real. Y todo narrado sin excesivas pretensiones, al estilo periodí­stico, de manera amena y fácil de leer.

Oz

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2 respuestas a El alienista, de Caleb Carr

  1. sergio meza dijo:

    magnifico libro, lleno del suspenso necesario para tenernos apegados a cada capitulo, excelente narracion de los hechos que rodean el asesinato de cada una de las victimas y de como a diferencia de otros libros, el verdadero asesino aparece al final de manera tal que deja sin aliento al lector, un libro que de verdad hay que leer y disfrutar

  2. Vianca dijo:

    me cautivo el libro, no soy muy lectora pero desde un inicio no me solto, me tarde en leerlo x el tiempo q tengo, pero fantastico ningun segundo d aburrimiento, super como maneja el autor el seguimiento del perfil dl asesino… me gustaria leer mas d este genero d libro…

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