«La guarida del horror: HP Lovecraft»

 Richard Corben. Cómic. Panini Cómics (Marvel Cómics, Barcelona, 2009). 13 euros. 112 páginas

 
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Richard Corben, antiguo paladín del cómic underground andaba perdido en los últimos años. Decepcionantes versiones de «Hellboy» y «El Castigador» hacían pensar a los aficionados que los pinceles del más visceral de los técnicos (o el más refinado de los toscos) del tebeo USA habían empezado a marchitarse. 
 
En 2007 y cuando nadie daba un duro por él a nivel artístico, se sacó de la manga una sensacional “La Guarida del Horror” (Panini Comics), con poemas y relatos adaptados de Edgar Allan Poe. Su imaginación volvía sobrecoger, su capacidad para actualizar a Poe sin traicionar el espíritu original dejaba la boca abierta y sus ilustraciones volvían a ser frescas y libres a la par que perturbadoras. Había vuelto el genio.
 
Decidido a prolongar su segunda vida como autor de prestigio por el camino al que últimamente tantos se apuntan (la adaptación al cómic de clásicos de la literatura) firma ahora una nueva entrega de “La guarida del horror” con poesías y narraciones cortas de H.P Lovecraft. Como en la primera parte, después de cada historia de Corben se reproducen los textos que inspiraron las viñetas para su relectura o comparación con la historieta. El resultado es, de nuevo, una obra maestra.
 
Las malsanas pesadillas sugeridas por Lovecraft, padre, hijo y espíritu santo del llamado terror cósmico, que combina elementos de la fantasía, la ciencia ficción y el horror gótico clásico, no podían caer en mejores manos que las de Corben. El dibujante de Kansas consigue dar forma a los abismos innombrables, los monstruos interdimensionales y el sordo espanto que pueblan el universo lovecraftiano controlando la inspiración propia y mimando la ajena. Corben copia, corta, remienda y completa unos textos casi perfectos con el respeto que merecen, pero sin veneraciones.
 
Actualizando un clásico
 
El dibujante amortigua el estilo en ocasiones monocorde del escritor norteamericano (sobretodo en su obra lírica) variando ligeramente formas y trazos en cada historieta. El expresionismo de “La música de Erich Zann” contrasta con la riqueza de detalles expuesta en “Un recuerdo” y las sombras duras de “La lámpara” hacen de contrapunto al carboncillo y difumino de las viñetas de “Arthur Jermyn”. 
 
No obstante la actualización no se ciñe al plano estético. Por ejemplo, son de sobra conocidas las tendencias racistas que gastaba el bueno de Lovecraft. Eran otras épocas y otras mentalidades, igual que las de ahora también lo son y Corben en sus adaptaciones incluye a personajes negros y asiáticos, sistemáticamente ausentes de las narraciones del autor de Rhode Island. También la tendencia a la prosa recargada y los adjetivos sin ton ni son típicos de Lovecraft se lavan la cara, dando lugar a narraciones mucho más ágiles sin perder el sentido original.
 
En definitiva, una adaptación sublime, un cómic sobresaliente y la confirmación de que Richard Corben, casi setentón y con millones de páginas dibujadas a sus espaldas, no ha perdido su característica pegada. Un tebeo tan apto para novatos en el mundo de la novela gráfica para adultos, como para gourmets del terror que disfrutarán de una interesantísima versión de un clásico del género. «La versión» de los Mitos de Cuthulu sigue siendo la que hiciera Alberto Breccia en los setenta, pero esta se queda muy cerca.
 
Fuente: abc.es
 
 

 

 

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