La risa resulta un tanto sospechosa. Los mecanismos que nos llevan a ella suelen ser la mayoría de las veces burdos e instintivos, nos provocan risa un resbalón o un tartazo, y este resorte viene siendo utilizado por multitud de personas para movernos a hilaridad porque resulta barato de producir. Tanto es así que el artista intelectual huye de provocar la risa al espectador o lector por entenderla como una respuesta vulgar a una propuesta vulgar. Es un error y una pena. Es una gran pérdida que el intelectual haya abominado de provocar la risa en vez de haberla adoptado y pretendido como uno de los mejores resultados a los que puede conducir la obra artística. Hay muy pocas cosas más sanas que una buena risa provocada por un buen estímulo intelectual. Enrique Jardiel Poncela hacía (hace) reír de esa manera, de manera inteligente. Es más, hay que ser inteligente a veces para poder reírse con algunas de las cosas de Jardiel. Porque el humor de Jardiel, pese a ser comprendido por cualquiera, tenía guiños particularmente ingeniosos o poéticos que trascendían con mucho el entendimiento común. Jardiel reivindicaba la risa como patrimonio del intelecto y consideraba al espectador una persona con capacidad de discernimiento, alguien a quien poder hacer cosquillas pensando.
Eso, y muchas otras cosas, es lo que Enrique Gallud Jardiel, nieto del objeto sujeto de este libro, nos muestra de manera admirablemente concienzuda y prolija. Gracias a este libro me he enterado de algunos porqueses, por qué me gusta tanto leer a Jardiel, por qué sus obras están en un plano distinto a las de sus contemporáneos, por qué no han quedado obsoletas y hasta el por qué recibió bofetadas por la izquierda y la derecha.
Gallud nos explica mediante ejemplos concisos y muy bien traídos al tema, los entresijos del pensamiento y la obra jardelianos, cómo sirvió de revulsivo su humor en una sociedad convulsa y cómo las letras acabaron siguiendo sendas abiertas por el jardielismo, pero mirando al tendido y como no dándose por aludidas. Si conoces a Jardiel necesitas leer este libro, y si no, te abrirá la puerta a un autor al que hay que leer para conocer la cara inteligente del humor y, gracias a las numerosas y decidoras acotaciones y observaciones que proliferan en sus escritos, lo que se cocía entre bastidores en la sociedad artística, y no tanto, de la época.
He de agradecer también al autor el que, con este repaso a la vida y obra de don Enrique, me hayan vuelto las ganas de releerlo, algo que entretiene tanto. Reír y aprender ¿se puede pedir más?
En otro orden de cosas, puedes seguir las humoradas de Enrique Gallud Jardiel aquí, si también eres de los que no recelan de echarse unas buenas risas.