La Chon, de Tomás Galindo

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En este libro de cuentos pasan cosas, muchas cosas. Cosas normales, cosas asombrosas y cosas de las otras. ¿Cuáles son las otras? ¡Vaya, ya estamos preguntando nada más empezar! No importa, que hoy me he levantado con el talante derecho: escucharé lo que se me tenga que decir y obraré en continencia. Voy a responder, sí, pero porque me da la gana, eso que quede nítido. Pues las cosas de las otras son de lo más variado, van desde la Aparición de la Vírgen María en un concesionario Peugeot hasta un Concurso de Bragas Limpias en la cárcel Modelo, pasando por el Nefando Crimen de las Mandarinas o la misma Batalla de los Ciegos. También llaman la atención los nombres de la gente. Hay nombres a porreta, casi tantos como personas. ¿Y eso no es normal o qué? ¡Qué va a ser normaloqué, qué va a ser normaloqué! En un libro monodimensional, o sea, normalito, saldría la cerillera, el drogata, la puta, el asesino, el poli cabrón, el malo malísimo y hasta el etcétera, pero no te ponen el nombre de todos, faltaría más el desgaste de medios. Pero este libro es pluriparanormal, lo que viene a decir lo que dice, a saber, que hay tantos nombres propios que se podrían meter todos juntos en un poema y faltaría poema para tanto connubio. Como muestra, un dibujo:

Mariko Sato
Buen Amigo
Julieta Barrantes
Genobeba Cobos
Serafín Consumado
Amancio Goloso Espún
Esperanza Urdiales Oña
Saturnino Triste Bastero
Roque Pi de la Dedalera
Dulcidia Céspedes Cantano
Purificación Sobrado Cardoso
Gregoria María Pardón Chopo
Carlota Madrigal de las Altas Torres Yllana
Felipe Pérez, cajero de la Caja de Ahogos y Tensiones
Egunon Machimbarrena Marquina
Alejandrina Montilla Hernández
María Adelina Hombrado Vargas
Sonia Esperanza Pallarés Úbeda
Isidra López Adelanto, alias Sisí
Aurelio García de las Gándaras
Engracia Céspedes Pujalte
Jerónimo Bustelo
Olegaria Solomo
Doctora Chi-Chi
Justo Barreiros

Sorprende asimismo la cantidad de expresiones remolacheras que salpican las entrelíneas de este monovolumen de historias cortas. Y digo historias cortas porque si digo cuentos la gente se trastoca con mandangas infantiles y hasta ahí podíamos llegar. Y digo remolacheras porque me da la gana y a mí la remolacha me gusta mucho, sobre todo cruda y cortada en juliana.
Regocíjense a continuación con algunos ejemplos de este prodigio:

El comportamiento femenino
Eres un esbolutrau y un pezolaga
¡Cáscatela Campanal!
Ahí te quedas mundo amargo
Retemblíos, ilusión, azogamiento, zozobra
Bocarrana
El animal que hay en mí me ha hecho mejor
Farias gallegas tienen la mejor fama
Con las rodillas llenas de escorchones y bergantos
Una chorradita de anís
Os mato a ti y a esa pelángana
Más feliz que chupillas
La pobre se llamaba Melani
Veía menos que un municipal por el culo
¡Mentireiro, mentireiro!
Este marido tuyo piensa menos que un capazo perros

Y no había de faltar, cómo no, el apartado de miscelánea, que es un apartado mixto como su nombre muy bien encubre. ¿Qué tipo de mixto? ¡Vaya pregunta! Un mixto de café, un mixto de jamón y queso, un mixto para fumar, un coche mixto, un matrimonio mixto, un perro mixto, un caldo de hongos mixto delicioso… Mixtos hay de todo tipo, como su propia indefinición sugiere, ya que están formados por varios elementos que se mezclan para componer otro, al decir sagaz de la academia del “estado”, siempre con minúscula por prurito nacionalero. Pero vayamos a ello, que ya es tarde y se hace hora. Obsérvese que estos ejemplos van a la izquierda por mor de la tendencia política de esta última quincena.

Pues mañana pue ser que llueva… y pue ser que no llueva.
¡No quia Dios!

¿Tampoco os gusta el ajo?
¡Nosotlas no coleanas!

¡Porque, contrariamente a lo que creen los de la ciudad, las procesiones son para participar en ellas, y no para verlas pasar!

Era un pene enorme, duro como la piedra, y apenas podía abarcarlo empuñándolo con las dos manos.

¡Yo no soy mi polla, yo soy yo!

Todos los sorianos son maestros de escuela, menos alguno que es funcionario de
ayuntamiento.

Parecía tener la cruz colgándole del papo.

Se fue, dijo que aproveche, y me miró como si fuera una mierda.

Eso de meterte la tirilla por la raja el culo me da aprensión.

Tras llevarme la mano a la pistolera y recordar, tonto de mí, que no soy un caoboy del
fargüés, agarré fuerte un bic por si tenía que defenderme.

Eran los años del crecimiento económico, los felices setenta, que tanto trabajo costaron.
En la guerra te obligan a ser malo y en la navidad a ser bueno.

La gente, bueno, su hinchada, que estaban al otro lado del foro (poético), le gritaba
¡futbolista, futbolista!

El que inventó la civilización fue el que empezó a insultar a otro en vez de atizarle con un
pedrusco en la cresta.

Aquellas bragas hasta el ombligo por las que metías la mano y cabía entera.

Las mujer de teta menudilla, pero firme, suele ser dicharachera y simpática… A mí que me den teticas ágiles y desenvueltas. Que me den. A qué esperan.

Todo el mundo es hermoso alguna vez, y gracias a ello se perpetúa buena parte de la
especie. A algunos ese momento de hermosura no les dura más de un cuarto de hora.

Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida, y se la lleva el autobús un segundo
después de haberla descubierto.

No había comido nunca otra cosa que pan de coño, que es como le dicen al que se gana una con el sudor de sus bajos.

Y la gente le decía, hay que ver cómo eres, es que no tienes sentimientos, y ella les decía que sí, que bueno, que no tenía.

Y no teniendo nada más que escribir, firmo aquí con mi nombre y circunstancia:
OMÍN ONA, año 3º del Virus, cerca de Ocharcuaga.

Posdata: si quieren comprar el libro, ustedes mismos, no digan luego que no se lo advertí.
Tampoco sé dónde se vende, que a mí me lo han regalado a cambio de este excurso.
Alberto Arzua

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