Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift

Y tú que te creí­as que esto de los viajes de Gulliver era un cuentito para niños ¡pues no señor! Este es un Libro Morrocotudo, una novela de Humor con H gorda. Si hurgamos en el diccionario veremos que humor es «Modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridí­culo de las cosas» y eso es, precisamente, lo que hace Swift: dar una visión de la realidad de su tiempo exagerando las posturas e imposturas de la sociedad para analizarlas y ver cuánto tienen de irracional. La obra de Swift está en plena vigencia, es más, yo dirí­a que, lejos de quedarse obsoleta, es como si la hubiera escrito pensando en estos tiempos, los personajes y situaciones que aparecen en sus viajes son fácilmente extrapolables a la más rabiosa actualidad. A este señor, en aquellas Inglaterra e Irlanda hipócritas y pacatas en las que le tocó vivir, le dieron mucho p’al pelo y le hicieron la vida imposible por escribir esta crí­tica despiadada, y eso que cuando lo publicó ni siquiera se atrevió a firmar con su nombre. Algunos dijeron de él que fue precursor de los futuros anarquistas, eso que era clérigo. No obstante, pese a su acidez, no es un libro desesperado y su lectura deja un regusto positivista y un resquicio a la esperanza. Que no es poco. Ah, de tebeo o cuento para niños nada de nada.
Nuestro amigo Alejandro Gamero nos lo cuenta muy bien contado a continuación. No te lo pierdas.

No deja de ser curioso el proceso de reinterpretación constante al que están sometidos las grandes obras de la literatura —uno de los casos más célebres, por paradójico, es El Quijote, novela que cada época ha interpretado según su modo de pensar y sus intereses, desde una parodia llena de comicidad hasta la tragedia de un hombre que lucha por sus ideales—. Algo parecido es lo que ha ocurrido con Los viajes de Gulliver, una obra que ha pasado de ser una de las crí­ticas más violentas y negativas de la sociedad y del ser humano en general a leerse como una historia para niños. Debido a su desbordante fantasí­a, son innumerables las versiones infantiles que se han hecho de la obra, fundamentalmente del viaje de Gulliver a Liliput, el más conocido de todos. Pero la historia original de Swift no se corresponde exactamente con las versiones más conocidas, y así­, entre viaje y viaje Gulliver consigue regresar a su casa, donde pasa algún tiempo antes de su nueva aventura, y trae consigo pruebas de la existencia real de las islas —un minúsculo rebaño o el gigantesco aguijón de una abeja—. Sin embargo, más allá de la narración infantil, se esconde, como he indicado, uno de los libros más duros y descarnados con el ser humano que se hayan escrito.

Los viajes de Gulliver se insertan en un género bien conocido y de mucho éxito en la época, los libros de viajes. No es extraño que los europeos, de mentalidad ilustrada, viajen por todo el mundo y describan las costumbres de otros paí­ses con un interés rayano en lo antropológico, aunque siempre desde el ingenuo y presuntuoso punto de vista de la superioridad europea. Los libros de viajes que inundan el mercado editorial van desde el más estricto realismo a la fantasí­a más delirante. Precisamente, a medio camino entre ambos polos, se sitúan Los viajes de Gulliver, que se plantean desde el principio como una parodia a tales libros de viajes —una vez más, al igual que El Quijote—. Y es precisamente esa mezcla de realidad y fantasí­a uno de los aspectos más sorprendentes de la novela, porque a la objetividad en el modo de narrar se opone lo maravilloso de las descripciones, hasta tal punto que podrí­a entenderse la obra como uno de los antecedentes del realismo mágico. De esta forma describe su encuentro con los liliputienses: «Al volver la vista hacia abajo lo más que pude, advertí­ que se trataba de una criatura humana, que no llegaba a medio palmo de alto, con un arco y unas flechas en las manos y una aljaba a sus espaldas».

Pero detrás de todo ese derroche de fantasí­a se encuentra una crí­tica que va evolucionando a lo largo del libro a la par que evoluciona el modo narrativo. Si en las versiones infantiles y juveniles que se hacen del libro se utilizan sobre todo los dos primeros viajes no es por una caprichosa elección: no es difí­cil percibir que los dos primeros viajes conforman una unidad, desarrollada en torno al tema del tamaño pero con similitudes narrativas, que es completamente distinta a la unidad formada por los dos últimos viajes. En los dos primeros viajes la acción es más trepidante, las aventuras se suceden unas a otras, y ponen constantemente en peligro la vida de Gulliver. Frente al carácter narrativo de estos viajes a continuación se desarrollan dos viajes más propensos a lo discursivo. En el tercer viaje, incluso, se podrí­a decir que Gulliver pasa a un plano completamente secundario y se convierte en un mero espectador que aporta muy poco al desarrollo de la historia. Al mismo tiempo la crí­tica del libro se va volviendo más agria y violenta.

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Puedes bajarte el libro entero aquí­

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Una respuesta en “Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift

  1. Jenofonte dijo:

    Al final dice: «Puedes bajarte el libro entero aquí­»

    ¡Que problema, el libro no está entero!, además de haber sido convertida en un «libro infantil», recortado sin misericordia, la obra de Swift nos llega, aún a los adultos, expurgada por los traductores al castellano, que se toman la libertad de censurar por su cuenta el libro y nos entregan una versión en la que faltan párrafos completos, ¡que lástima!.

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