Libro de lectura obligada para todo aquél que quiera entender mejor qué narices es lo que está pasando. Paul Krugman -como tantos otros intelectuales no oficialistas- propone medidas expansivas para salir de la crisis. Justo lo contrario de lo que se está haciendo. Y explica el porqué despacito y con buena letra. La economía no es una ciencia abstrusa ante la cual los ciudadanos tan sólo podemos mirar, pagar y callar. La gente que está manejando nuestras vidas son, en su mayoría, unos incompetentes y/o unos aprovechados. Paul Krugman lo dice de un modo más fino y pedagógico. Escuchemos su voz.
Los orígenes de nuestro sufrimiento son relativamente triviales en el orden del universo, y se podrían arreglar con relativa rapidez y facilidad si en los puestos de poder hubiera suficientes personas que comprendieran la realidad. Además, para la gran mayoría de la gente, el proceso de arreglar la economía no tendría que ser doloroso ni implicar sacrificios; al contrario, terminar con esta depresión sería una experiencia que haría sentirse bien a casi todo el mundo, con la sola excepción de los que están sumidos, política, emocional y profesionalmente, en doctrinas económicas obcecadas. (…)
Nuestros ingresos son bajos precisamente porque estamos gastando demasiado poco; y recortar aún más el gasto solo servirá para deprimir todavía más nuestros futuros ingresos. Tenemos, en efecto, un problema de exceso de deuda; pero esa deuda no es dinero que debamos a algún extraño, sino dinero que nos debemos unos a otros, lo cual supone una diferencia enorme. (…)
No sé qué pretende el gobierno. En lugar de proteger a los hombres de negocios, ¡mete la nariz en los negocios! Vaya, ¡si ahora incluso están hablando de hacer exámenes a los bancos! ¡Como si los banqueros no supiéramos dirigir nuestros propios bancos! En fin, en casa tengo la carta de no sé qué petimetre de funcionario que dice que piensa inspeccionar mis libros. (GATEWOOD, banquero de La diligencia 1939).
Si usted ha visto la película “Qué bello es vivir”, que incluye una estampida bancaria, quizá le resulte interesante saber que la escena es comopletamente anacrónica: en el momento en que se sitúa la acción –justo después de la segunda guerra mundial-, los depósitos ya estaban garantizados y las retiradas masivas de fondos habían quedado como algo del pasado. (…)
“Es difícil conseguir que un hombre comprenda algo, cuando su salario depende de que no lo comprenda” (Upton Sinclair). El dinero compra influencia; mucho dinero compra mucha influencia; y las políticas que nos han llevado hasta donde estamos, aunque nunca han hecho demasiado por la mayoría d ela gente, en cambio sí han funcionado muy bien (al menos durante un tiempo) para unas pocas personas situadas en lo más alto. (…)
El intento de mejorar la perspectiva fiscal por la vía de recortar los gastos en una economía deprimida puede terminar siendo contraproducente incluso en el más estricto sentido fiscal. Y esto no es ninguna posibilidad descabellada; según estudiosos serios del FMI, que han analizado los datos, es una posibilidad real. (…)
España ha vivido buena parte de la última década fortalecida por un gigantesco auge inmobiliario, financiado por grandes entradas de capital proveniente de Alemania. Este auge ha alimentado la inflación y ha hecho subir los sueldos españoles en relación con los de Alemania. Pero, al final, resulta que el auge estaba hinchado por una burbuja que ahora ha estallado. Ahora, España tiene que reorientar su economía, dejando a un lado la construcción y volviendo otra vea a la industria. En este punto, sin embargo, la industria española no es competitiva, porque los sueldos españoles son demasiado altos comparados con los alemanes. (…)
La verdad, en efecto, es que tenemos tanto el saber como las herramientas precisas para salir de esta depresión. Sin duda, si aplicamos algunos principios económicos consagrados por el tiempo, cuya validez han reforzado aún más los acontecimientos recientes, podremos recuperar niveles económicos próximos al pleno empleo muy pronto; probablemente antes de dos años. Lo que bloquea esta recuperación es solamente la falta de lucidez intelectual y de voluntad política. Y es tarea de todo aquel con capacidad de influencia –desde los economistas profesionales a los políticos o los ciudadanos inquietos. Hacer cuanto esté en su mano para remediar esta carencia. Podemos acabar con esta depresión; y tenemos que luchar por las medidas que lo conseguirán, luchar por ellas desde este mismísimo momento. (…)
Y acabo reconociendo que el acrónimo (GIPSI: gytano) me era desconocido. Pensaba que éramos cerdos (PIGS). Gracias, Paul, por subirnos la autoestima.
Tras la creación del euro, las economías de los países GIPSI (Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia)…