Por experiencia propia asocio el nombre de Charles Dickens con el de Julio Verne y es que una navidad memorable para quien estas líneas escribe, mi tío Camborio tuvo a bien obsequiarme un libro del futurista autor francés, quien nació el 8 de febrero de 1828 en Ile Feydeau, Nantes y murió el 24 de marzo. Desde entonces todas las navidades vuelvo a leer una obra de Verne. Algo así como volver a mi infancia y primera juventud. En esta ocasión he terminado de saborear la popular novela La Vuelta al Mundo en 80 días, obra que en primera instancia batió récord de ventas: cien mil ejemplares y que al mismo tiempo hizo inmensamente rico a su autor.
La Vuelta al Mundo en 80 días es una novela pródiga en aventuras y en valores, de tal suerte que es apropiada para jóvenes que pretende conducirse con honorabilidad en la vida. El valor más destacado, más a la vista es la puntualidad, la puntualidad inglesa. Desde luego, también sobresalen a lo largo de sus notables páginas: el honor, la honestidad, la nobleza, la generosidad, la valentía y la lealtad de sus principales personajes, empezando por el caballero Phileas Fogg, su criado Picaporte, su amada Auda y su perseguidor, el inspector de policía Fix.
Es tan variada la forma en que Phileas Fogg se mete en líos durante su periplo, que su obra ya ha sido subida a los tablados del teatro y llevada al cine, cosechando lauros y siendo fuente para muchas películas de aventuras realistas, postrealistas y futuristas. Verne, quien originalmente se graduó de abogado y ejerció como corredor de bolsa, apostó a ser escritor y le dio al clavo, convirtiéndose en millonario no por la Bolsa de Valores, sino a través de la literatura, cosa inverosímil. Otras obras famosas de Verne son: 5 semanas en globo, De la Tierra a la Luna, Los hijos del Capitán Grant, Viaje al centro de la Tierra y Miguel Strogoff. Tome el lector uno de estos libros, ábralo y diviértase sanamente con él en esta navidad.
Matías Antonio Ocampo Echalaz