Acabo de acabar de leer los doce libros de la serie de Pendergast. A razón de más de 400 páginas cada uno, hacen… unas 5000 páginas. Por la vena, todos seguidos. Estos asesinos en serie, monstruos, malvados refinadísimos, locos varios, policías de todo pelaje, políticos, científicos trepadores et alea han colonizado mi cerebrito durante varias semanas. ¡Qué pena que se haya acabado! ¿Qué voy a hacer yo sin el agente Pendergast, sin sus argumentos fantásticos (como poco), sin sus chicas hermosas y listísimas, sin sus muertes a porrillo, sin sus museos megalíticos, sin sus cloacas, pasadizos y retortijones varios, sin sus amigos, sin sus toneladas de sangre y crueldad?
Los Preston y Child estos son como una especie de Agatha Chistie modernos: te atrapan de la manera más tonta. Todos sus argumentos merecerían ser guiones de acción de películas norteamericanas, de ésas en las que pasa de todo y no te crees nada pero disfrutas. Entre las novelas las hay mejores y peores pero todas están bien contadas, tienen ritmo y enganchan. El personaje principal es una joyita, una exageración hecha persona. De hecho todo es una exageración tras otra.
A los escritores, muy puestos en todo tipo de temas, tanto científicos como artísticos, a veces, en el fragor de la batalla, se les va la olla y se olvidan de que existen los teléfonos móviles, pero qué más da, viva la juerga.
Recomiendo estos libros a todo aquél que quera deschavetarse con la literatura. Son de esos que se llaman de serie B, pero no vamos a pasarnos toda la vida leyendo a Tolstoi. Se venden en los supermercados, librerías de aeropuerto y otros lugares igual de recomendables. En su página web oficial anuncian que el siguiente libro de la serie Pendergast va a salir el 11/12/2013.
Estos autores, por cierto, han escrito también otras novelas, algunas también a dúo (Me leí una de la serie Jack Reacher que no me gustó nada) y otras en solitario. Me temo que tan sólo han dado en el blanco con el tal Pendergast. Si no es así, ilumíname, amado lector.