En Busca del Tiempo Perdido, una lectura para quienes tienen tiempo.
La buena lectura, como los buenos vinos, merece tiempo para disfrutarse lentamente y a plenitud. Es el caso de En Busca del Tiempo Perdido, título general de la obra de Marcel Proust, quien deleita al lector a través de una serie de novelas que se inicia con «Por el Camino de Swann» y culmina con «El Tiempo Recobrado». Quienes dominan la lengua de Víctor Hugo naturalmente gozarán con la artística prosa de Proust, como los extranjeros que saben castellano disfrutan más de Don Quijote de la Mancha. Por fortuna no es el mismo caso de otro gigante de la literatura universal: James Joyce, al que de plano, a nuestro juicio, es preciso leer en la lengua de Shakespeare. Pedro Salinas y Consuelo Berges, por decirlo así, son los primeros que realizaron una traducción masiva para el consumo del gran público, no obstante, a fines del siglo pasado y en lo que va de la presente centuria, se han multiplicado las traducciones de la obra que se comenta, basadas en los últimos textos publicados en francés.
Lo cierto es que la sinuosa prosa proustiana puede hacer que muchos lectores descarrilen a las primeras páginas y que los enfermos de insomnio recuperen su salud onírica. Así es que se recomienda paciencia para engancharse en esta enorme pieza literaria que es una mezcla de arte y psicología que al termino del largo viaje nos hace amar a Marcel Proust. No olvidamos que en la nueva era de la informática, el malhadado neoliberalismo, la competencia feroz por los puestos de trabajo, las personas, si tienen que invertir algo de su tiempo, lo hacen leyendo obras informativas, pues la diversión y el placer está en otro lado.
También es oportuno advertir a quienes se disponen abrir las páginas de esta obra maestra que lo mejor es darse una zambullida en el libro sin leer prólogos, críticas y ensayos acerca del portentoso narrador parisino, motivo hoy, a muchos años de su desaparición física, de la presente reflexión, ya que cuando alguien empieza a amar a otro, a pesar de que no cree lo que dicen del amado, se preocupa por saber todo acerca del objeto de su pasión. Por tanto primero leamos «En busca del tiempo perdido» y luego vayamos en busca de todo lo que se ha dicho y escrito en torno al autor y la obra -excepción hecha de estos renglones que no pasan de ser una mera recomendación-
Finalmente, lo que no se debe hacer es tratar de leer a Proust como beber un vaso de agua, por el contrario, hay que disfrutarlo como un coñac o el mejor brandy español a nuestro alcance.
Matías Antonio Ocampo Echalaz
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Marcel Proust es un filòsofo-literato que cambió la literatura moderna.Y es trascendente en este siglo XXI. Felicito al autor del artículo por su analísis sucinto y concreto acerca de Marcel Proust. Me agradó el artículo.