Algunos lectores odian los best-sellers porque piensan que nada bueno puede gustarle a la masa. Otros aman los best-sellers porque piensan que tanta gente no puede equivocarse. Sé que en ambos casos hay más razones que la susodicha percepción de los otros como gente o como masa, pero en el mío particular no hay ninguna porque cuando leo procuro no pensar demasiado. Cuando abro la primera página de un libro le doy la mano al escritor y me dejo llevar. ¿Hasta dónde? ¿Hasta el final del camino, la última página? Ni tan mal. ¿De buen talante, a regañadientes? Hay de todo, pero no tiene que ver con que el libro se venda más o menos. Aunque es justo decir que entre los menos-sellers es donde he hecho más amigos de los de toda la vida.
Esta novela se deja leer, es amena, te cuenta historias curiosas, un poco al estilo de Forrest Gump (ingeniosa y bien llevada película, maldita en estos lares por mor del antiamericanismo visceral), está escrita al estilo nórdico-sueco que ya empezamos a conocer tan bien, es decir, cuenta las cosas como si nada, un estilo que se me hace de literatura antigua, cuando la vida era más agradable… para los que la miramos desde aquí. Ejemplo de frasecilla:
El jefe de los espías acababa de conocer a una mujer y no había nada en el mundo que oliera mejor que ella, por lo que no tenía ninguna prisa en morir.
También tiene paridillas:
A Allan le pareció estúpido e innecesario que los habitantes del siglo XVII se mataran entre sí. De haberse calmado un poco y habérselo pensado mejor, habrían caído en la cuenta de que iban a morir de todos modos. Julius contestó que lo mismo podía decirse de todas las épocas…
Y así he ido leyendo este libro, de ocurrensia en ocurrensia, de tontada en tontadilla, a veces sonriendo un poquillo, admirándome de la habilidad del escritor para mantenerme leyendo, pensando si estas obras están especialmente calculadas para vender mucho, o para que se lleven al cine, no sé, tengo la mosca detrás de la oreja. Es un libro montado con mucho cuidado, con precisión para que cada pocas páginas tengas una sorpresilla, con un sentido del humor inteligente que te mantiene con media sonrisa, con personajes disparatados como debe de ser en toda comedia… Lo que más me ha gustado es el personaje principal, el centenario, porque se enfrenta a todas las situaciones con una tranquilidad admirable.
O sea que recomiendo este libro si no tienen nada mejor que hacer (leer) o si están tumbados en la tumbona. Ayuda a que pasen las horas.