Esta mujer escribe estupendamente, tiene una imaginación envidiable y coordinada, una sensibilidad social importante, una penetración psicológica certera, un humor sutil e irónico… En fin, son tantas las virtudes como escritora de Ursula Leguin que no puedo sino recomendarla a cualquier recién llegado a la ciencia ficción (los veteranos la conocen de sobra).
Sin embargo, con toda la necesaria carga de subjetividad con que armo estos comentarios morrocotudos, diré que La mano izquierda de la oscuridad me parece un pelín aburrida y de ritmos caprichosos: unas veces pasan las cosas volando, otras veces se demoran demasiado. Es una pena porque si consiguiera mantener el interés del lector tal y como lo hace, no sé, una buena escritora de novela negra (por ejemplo Sue Grafton, de quien de vez en cuando leo alguna letra; por cierto, les recomiendo cualquiera de sus novelas del alfabeto desde este paréntesis y así me ahorro unos cuantos comentarios), sería la caña.
Han leído bien, la caña. Y, sin mayor explicación, pasemos a las citas, que hoy la sección viene nutridilla.
Convertido en imbécil. Precioso.
Harmes, de belleza todavía célebre, y que fuera secuestrado, mutilado y convertido en imbécil por partidarios de la facción mediterránea.
Está muy mal visto suicidarse.
Ahora, sin nombre. Me iré y encontraré mi muerte. Algunos de los hombres del hogar saltaron entonces gritando, en tumulto, con la intención de matar a Guederen, pues el asesinato es una sombra menos pesada que el suicidio.
Esta es una respuesta que da un oráculo hipersabio. Mola la ignorancia.
No sé por qué traiciona un hombre. Nadie se confiesa traidor, y es difícil una definición adecuada.
La siguiente cita es fundamental para entender la novela, y necesita explicación. Los habitantes del planeta protagonista son asexuados excepto en época de celo. Entonces eligen espontáneamente un sexo y se aparean frenéticamente con otro encelado. Los humanos les parecemos perversos, por tener constantemente características sexuales y estar siempre dispuestos a la acción. Supongo que Ursula se habrá inspirado en los machos.
…eran, cinco sextas partes del tiempo, hermafroditas neutros.
Ursula se adelanta en este libro (1969) al movimiento slow-lento (tan en boga hoy en día: comida, ciudades, ritmo de vida, viajes…).
Los vehículos se mueven a una velocidad media de 40 km/h terrestre. Los guedenianos podrían dar mayor velocidad a estos vehículos, pero no lo hacen. Si se les pregunta por qué no, responden siempre, ¿Por qué? Como si le preguntáramos a un terrestre por qué motivo todos nuestros vehículos van tan rápido todos contestaría, ¿Por qué no? Es una cuestión de preferencias. Los terrestres piensan que han de ir adelante, que es necesario progresar. La gente de Invierno, que vive siempre en el año uno, siente que el progreso es menos importante que la presencia.
Ursula enseña el plumero taoísta.
El handdara es una religión sin instituciones, sin sacerdotes, sin jerarquías, sin votos, sin credo; no sé todavía si tienen o no Dios. Es una religión elusiva, que se nos aparece siempre como alguna otra cosa.
La importancia de la ignorancia. Divertido.
-No estoy seguro, soy sumamente ignorante
El joven río y me hizo una reverencia. -¡Muy honrado! –dijo- He vivido aquí tres años y todavía no he adquirido una ignorancia que valga la pena mencionar… Recordando algunos fragmentos doctrinarios del handdara entendí que había estado vanagloriándome demasiado, como si me hubiese acercado a él diciéndole: “Soy sumamente hermoso”.
Hospitalidad legal y real: de la buena. Esto arreglaría muchos problemas en el mundo actual, pero primero habría que arreglar otras cosas (o personas).
Los ciudadanos de los codominios y los aldeanos, granjeros y señores de cualquier dominio darán al viajero alimento y comida por tres días, según el código, y por muchos más en la práctica, y lo mejor es que a uno lo reciben sin alboroto, sonriendo, como si hubieran estado esperándolo.
Definiendo un término. No definiéndolo.
En esta curiosa falta de distinción entre las aplicaciones generales y específicas de la palabra, tanto para el todo como para la parte, el estado como el individuo, en esta imprecisión ha de encontrarse el significado más exacto.
Presos desnudos un vagones de mercancías. ¿Les suena? Solidaridad innata..
Había bondad allí. Yo y algunos otros, un viejo y alguien que tosía mucho, fuimos reconocidos como menos resistentes al frío, y todas las noches nos encontrábamos en el centro del grupo, la entidad de veinticinco, donde había más calor. No luchábamos por ocupar este puesto; estábamos ahí simplemente todas las noches.
Patriotismo universal.
¿Cómo odia uno a un país, o lo ama? Tibe habla de eso, yo no soy capaz. Conozco gente, conozco ciudades, granjas, montañas y ríos y piedras, conozco cómo se pone el sol en otoño del lado de un cierto campo arado en las colinas; pero ¿qué sentido tiene encerrar todo en una frontera, darle un nombre y dejar de amarlo donde el nombre cambia? ¿Qué es el amor al propio país? ¿El odio a lo que no es el propio país? Nada bueno. ¿Sólo amor propio? Bien, pero no es posible hacer de eso una virtud, o una profesión… Mientras tenga amor a la vida, amaré también las colinas del dominio de Estre, pero este amor no tiene fronteras de odio. Y, más allá, soy ignorante, espero.
Como se puede ver, hay temas que no son frecuentes en el arte actual, temas positivos que suelen repugnar al escritor moderno puesto que no sugieren conflictos, pero que Ursula Leguin despliega con profusión y habilidad: solidaridad, bondad, hospitalidad, amistad… Me agrada el que se novelen dichas actitudes. Me satisface. Sonrío. Me invade como un polvillo de calma y bienestar.
Ursula Leguin se define como ácrata taoísta. ¿Se nota que me cae bien?