Mi escritora favorita y francesa vuelve a dejarme epustuflé (“sorprendido y maravillado” en puro y onomatopéyico gabacho) con esta última aventura del inspector Adamsberg. Lo de esta mujer ya es vicio. Y lo de sus lectores, ni digamos… Desde las primeras líneas ya te ves sumergido en ese ambiente suyo tan onírico entreverado de asesinatos, fluidos y MacGuffines varios. Página a página vas recuperando el gusto por sus personajes, ninguno de ellos “normal”, todos ellos exquisitamente diseñados, paseando por la novela cada uno con su tono, con su olor, con sus sorpresas… Incluso recuperando tipos que habían dado estupendo juego en pasadas aventuras.
El título se refiere a una “Santa Compaña” (procesión galaica de almas en pena que desfila de noche con no muy buenas intenciones) que al parecer existe en Normandía, llamada “l’Armée furieuse”, traducido en la Wikipedia como “La furia del ejército”, vaya usted a saber por qué, quizá porque suponen que queda más bonito. Grrrr.
Bien, pues la visión de esta Santa Compaña franchuta anuncia muertes. Las muertes se van produciendo mientras Adamsberg investiga con su peculiarísimo y prácticamente inexplicable estilo (para explicarlo ya está la Vargas). Sus compañeros de comisaría le acompañan muy convenientemente, cada uno sumido en sus particulares y divertidísimas extravagancias. Al mismo tiempo se desarrolla otra historia igual de potente con sus respectivos personajes no menos extrahumanos… Y pasan más cosas, y pasan de tal manera que las carnes te flanean del gustillo.
Y no digo más porque me voy poniendo exagerado… o tan objetivo como Adamsberg, es decir, imposiblemente objetivo. Para qué decir más. Sólo una última cosiña: como el libro no ha salido en España, pongo la foto de un cuadro alusivo al macabro desfile del título en cuestión. Y si no sabes francés, a esperar. Chincha rabiña. Espero que no me censuren este comentario.
Blosgs libres de propaganda
Microsiervos
Libros a 0 Euros
Poesía en la red