El robo de la sonrisa – R. A. Soctti

El robo de la sonrisa.  ¿Quién se llevo la Gioconda del Louvre?
R. A. Soctti
Editorial Turner

En 1911 aún no se había inventado la ciudad vertical: el innovador ascensor de Otis todavía no se había aceptado y nadie edificaba rascacielos, ni tan siquiera en Nueva York. En la Antártida, el capitán Robert Scott soñaba con alcanzar el Polo Sur y, en los astilleros de Belfast, se estaba construyendo el Titanic.
En aquella época, el Louvre se podía visitar sin colas en las taquillas ni grupos de turistas. En ciertos momentos, los escasos visitantes tenían la sensación de estar allí en absoluta soledad. El ambiente era de tal serenidad que ningún cuadro estaba sujeto con cables ni atornillado a las paredes. Aún así, nadie pensaba que fuera posible llevarse un cuadro y, mucho menos, el más valioso de todos. Sin embargo sucedió lo impensable. El miércoles 23 de agosto de 1911, los periódicos de todo el mundo publicaron una noticia que conmocionó al mundo: la Gioconda había desaparecido del Louvre. Gracias a los recientes inventos del teléfono y el cable, las palabras París y Leonardo da Vinci estaban en los titulares de portada de todas las grandes ciudades.
Aún hoy hay más preguntas que respuestas. Por fortuna, R. A. Scotti ha reunido todo el material publicado y realizado una magnífica síntesis para, como mínimo, explicar qué pudo pasar. Con poco frecuente talento, la autora combina la rigurosidad del ensayo de investigación con la amenidad de la novela de detectives. No es sólo una metáfora. Para resolver el misterio, se interrogó a todo el personal del museo, siguiendo un revolucionario sistema: el Método Bertillon, consistente en la elaboración de fichas policiales con huellas dactilares y fotografías. Por cierto, ¿Sabía usted que Picasso fue uno de los sospechosos del robo y que llegó a sr interrogado, al igual que su amigo Apollinaire?
Durante dos años, la Gioconda residió en paradero desconocido. Tan misteriosa como su desaparición fue su aparición en Florencia, a pocos metros del lugar donde se supone que Leonardo da Vinci la pintó cuatro siglos antes. R. A. Soctti aprovecha para informarnos de las diferentes hipótesis al respecto y los muchos otros misterios en torno la dama de la misteriosa sonrisa…
¿Quién es?
Aunque la versión oficial señala a Lisa Gherandini, esposa de Franceso del Giocondo, también se ha relacionado con Isabel de Aragón, Beatrice d’Este, Filippa de Savoy, una idealización, e incluso un autorretrato del artista u otro hombre travestido.
Como la mayoría de las obras renacentistas, el cuadro no tiene firma, fecha ni título. Tampoco existe ningún dato de Mona Lisa en los cuadernos de Leonardo. Ninguna mención ni ningún contrato, factura u otro documento de la época que aporte alguna información. La atribución de que sea Lisa Giocondo se debe a Giorgio Vasari, en 1550, cuarenta y siete años después de que se pintará el cuadro
¿Por qué es tan sobria?
En el paisaje detrás de la Gioconda no se observa ninguna planta ni animal. En la dama, ningún indicador de rango o riqueza. Su vestido es anodino para las modas de la época, ni el color ni el diseño tienen estilo o adornos. Ni un anillo ni un collar. Sin embargo, todas las candidatas a ser la Gioconda fueron mujeres ricas, habituadas al lujo. Ninguna gran dama de la época se retrató sin lucir sus mejores galas, ¿Qué hizo a Mona Lisa comportarse de una manera tan diferente?…
¿Por qué sonríe? ¿Qué representa?
Sencillamente, se ha dicho de todo. ¿la sonrisa de la madre del pintor (Freud)? ¿”Una velada amenaza”? ¿La Eva esencial? ¿La dicotomía entre la virgen y la amante? ¿Un extraordinario hito técnico? ¿Un símbolo de la diosa egipcia Isis que esconde el secreto de las pirámides de Giza? ¿”La sonrisa es dulce pero te devora, ávida como el mar”, Alfred Dumesnil? ¿”El abismo infinito de un sueño”, Arsène Housaye? ¿El artista burlándose del espectador por ser el cuadro su propio retrato travestido? ¿Una respuesta al nervio craneal VII, según neurólogos actuales?
Un estudio reciente de “medición de emociones” determinó que Mona Lisa está un 83 % feliz, un 9 % disgustada, un 6 % temerosa y un 2 % enfadada.
¿Quién la robó?
La mejor manera de saberlo es leyendo el libro… Belleza, misterios, buena redacción, ¿se puede pedir más?…
Fernando Garcés Blázquez

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