He aquí uno de mis autores favoritos. Está considerado como uno de los maestros de la novela de humor, pero hace tiempo que sus habilidades van mucho más allá de provocar la risa o la sonrisa. Sus novelas “Intercambios”, “Pensamientos secretos”, “Trapos sucios” y, especialmente, “Terapia”, son inmensamente disfrutables tanto por su calidad como por la facilidad de su lectura, fina ironía, aguda percepción social y penetración psicológica. Sin duda nos encontramos ante uno de los grandes escritores del panorama inglés, ya de por sí bien poblado. El que no esté tan considerado como otros se debe sin duda a la etiqueta de humorista que arrastra lo que, por una parte, es cierto, por otra, no, y por la de más allá no debería en absoluto menguar la valoración de un artista. ¿Qué pasa con el humor? ¿Es que no es serio o qué? Pues por eso.
Yo clasificaría este libro dentro de la categoría de “costumbrista”. Hace tiempo que los mejores creadores anglosajones dedican sus esfuerzos a describir la sociedad actual con finura y habilidad, dejándonos un enorme y detallado fresco de las costumbres e ideas preponderantes en el mundo occidental. Cada uno narra, por supuesto, lo que mejor conoce. Recorriendo la actual novelística anglosajona nos podemos hacer una composición de lugar de los problemas, intereses e ideales de nuestro tiempo mucho mejor, sin duda que con cualquier libro de texto de humanidades (filosofía, sociales, política…). Y con mucho más detalle que en cualquier otra época de la historia.
David Lodge tiene una especial querencia por el mundo universitario, sus luchas, envidias, ridículas competencias, egos sobredimensionados y amores imposibles, pero en esta su última novela (original de 2008 pero publicada en España en 2010… ¿a qué viene tanto retraso?) tan sólo asoma el escenario académico como telón de fondo. Los verdaderos protagonistas de la novela son, por orden de aparición:
La sordera. Problema al que se enfrenta una gran parte de la población al acercarse a los sesenta. Está descrito con un detallismo que no dudaría en calificar de hiperrealista hasta la crueldad y, por supuesto, cómico. Parece ser que el autor se ha inspirado en sí mismo. Esta novela constituye en sí todo un homenaje a aquellos que requieren de un audífono en su vida diaria.
La vejez de los progenitores. El personaje del padre del protagonista, anciano, gruñón y terco hasta la temeridad, constituye el acierto más notable de esta obra. Nos encontramos ante una magnífica descripción de un Alzheimer incipiente.
La dolorosa introspección de una persona mayor. Se supone que el protagonista está bordeando la setentena. Su manera de hablar, sus preocupaciones, sus respuestas ante la vida, su timidez vital y su general desgana, nos modelan al personaje mil veces mejor que cualquier batería de descripciones adjetivadas. Parece como si le estuviéramos viendo, como si fuéramos nosotros mismos, independientemente de nuestra edad. Esta identificación es producto de una exquisita habilidad literaria, por supuesto, y de un exhaustivo conocimiento de la condición humana. El autor tiene 75 años. Sabe de lo que habla y sabe transmitirlo.
Otros temas planean sobre el libro: relación conyugal conflictiva debido a diferencias de edad, relación con los hijos, con los parientes políticos, con los compañeros de trabajo… y sobre todo, lo que le otorga un picante no exento de intriga, la relación con la típica muchachita estudiante, inteligente y descocada. Este último personaje viene a ser una constante en los escritores intelectuales de cierta edad. Vaya usted a saber por qué. Algunos le llaman rijo. Otros, alegría de vivir. Y que dure.
Como comentario final confesaré que, a pesar de haber disfrutado mucho, no es una de las novelas que más me han agradado del autor, aunque no estoy muy seguro de la razón. Quizá sea porque su planteamiento (que no desvelaré) promete más de lo que al final otorga. Pero a lo mejor esto forma también parte de su encanto realista, o sea que dejaré reposar la sensación. Quizá dentro de un tiempo lo vea con otros ojos. Y ustedes que lo disfruten.
Pues acabo de terminar el libro y me he dado un paseo por Internet para ver qué se cuece respecto al mismo y si puedo sacar mas jugo a la lectura. He recalado en esta página en primer lugar y debo decir que aunque comparto lo que dice el artículo para mi el tema principal es el paso del tiempo y el relevo generacional. La muerte y el nacimiento coinciden en la familia. Me ha gustado mucho la mesura en la actitud del profesor, el equilibrio de la madurez, la comprensión con su padre y con sus hijos, el respeto por la familia política. Actitud no exenta de autocrítica respecto a la relación con su padre: ¿es correcta su actuación o le deja hacer que es mas cómodo? y no exenta tampoco de sensibilidad en su visita a Polonia, quizás un pasaje que está de mas pero que viene muy bien para ilustrar lo trágico de la muerte.