Este es un libro de historia, pero un libro de historia muy curioso. Es difícil encontrar buenos libros de historia, y este no lo es. Repito: este no es un buen libro de historia, pero es un libro muy curioso.
Los buenos libros de historia y, en general, los buenos libros de ensayo, ya sea de política, arte, pensamiento o cualquier otro tema susceptible de ser analizado, interpretado, exprimido y expuesto con mediana claridad y atractivo enfoque, suelen estar escritos por anglosajones. Esto es así y no hay que darle más vueltas. Los italianos son pesados, los alemanes son plúmbeos y los franceses son pesadísimos, los más pesados de todos, no hay quien los aguante cuando se ponen a pontificar. ¿Los españoles? Todavía están a vueltas con la guerra civil. Unos plomos.
Por supuesto que hay excepciones, claro, qué sería del mundo sin excepciones, pero en general las cosas son como las acabo de contar. Y lo digo por experiencia, no es que lo haya leído en ningún sitio.
El libro éste del Informe Hitler está escrito por alemanes. No, no, está escrito por rusos. Me explico. Resulta que al acabar la guerra, con Hitler muerto, claro, los rusos interrogaron durante meses a dos personas que habían convivido muy estrechamente con Adolfo. Uno era su ayudante personal y el otro su ayuda de cámara, una especie de criadillo pero sin picores. A estos dos barandas les agarraron los rusos por banda y les hicieron cantar. Miedo me da de sólo pensarlo.
Parece ser que al padrecito de los rusos, un tal Stalin, le interesaba morbosamente todo lo referente a su colega de matanzas alemán. E hicieron cantar a los dos ayudantes, llamados Günsche y Linge, todos los detalles de la vida cotidiana del Gran Dictador (Chaplin dixit).
Y así nos vamos enterando de los enfados del del bigotillo, de su amor por los perros, de su infame gusto musical, de su espantoso gusto arquitectónico, de su por supuesta megalomanía, del asqueroso servilismo de todo su entorno… en fin, de multitud de cosas divertidas, ninguna de ellas especialmente reveladora o relevante.
Lo curioso del libro son dos cosas. Una, la forma en que está redactado, en un estilo totalmente impersonal, ejemplo, entonces fue Hitler y, al enterarse de que habían perdido tal batalla, mandó llamar al general, le insultó y lo degradó. Otro ejemplo, agarra Hitler, se enfada porque sí y manda matar a unos cuantos generales más. Otro: va el tipo, se mosquea y ordena que ahorquen a nosequienes. Además está escrito para que lo lea expresamente el gran Stalin, o sea que tenía que ser políticamente correcto para el gran Stalin. Y eso es mucho decir porque, como todo el mundo sabe o debería saber, lo políticamente correcto para el gran Stalin variaba de un día para otro. Me imagino a los redactores totalmente acongojados con las frases y expresiones que iban escribiendo. ¿Le gustará? ¿Nos matará? ¿Nos matará de tal manera o de tal otra? ¿Quedará vivo algún elemento de nuestra familia…? En fin, que leyendo estas aventuras cotidianas, bastante impersonales, mascamos la tragedia.
La otra cosa curiosa es que en el libro, que sigue día a día las vivencias de Hitler durante la guerra, casi ni se menciona lo sucedido en el frente Oeste, es decir en Francia, Bélgica, Italia… O sea que lo que nosotros, pobres occidentales, recordamos de la guerra, no tenía en realidad ninguna importancia. Claro, no tenía ninguna importancia para Stalin, porque se supone que fue él solito quien venció al alemán, y como el informe éste está escrito para su exclusiva lectura… Así que le vemos al Hitler preocupadísimo con su frente ruso y molesto por las tonterías que le hacían desde el lado europeo. Porras, pues que manden por allí a los peores soldados, se harta de decir, que me dejen en paz, que estoy pegándome con los valientes rusos. Es gracioso. Dentro de lo que cabe, claro.
Y nada más. Así todo el libro. Sus enfados, sus discursos, sus reuniones, sus asesinatos (casi ni se menciona a los judíos, porque a Stalin le daban mucho por… le daban igual, vamos), sus banquetillos, sus horribles dolores de cabeza, sus cursiladas de cabo pintor, sus ignorantes fantochadas… Superdivertido. Al final se mata él solito. Lo digo para el que no lo sepa.
Cito: “… el vestíbulo de Hitler olía a pólvora… a la izquierda del sofá aparecía Hitler, sentado. Muerto… En la sien derecha de Hitler se podía observar una herida del tamaño de una pequeña moneda y sobre su mejilla corrían dos hilos de sangre… junto al pie derecho había una pistola… vestía su uniforme militar gris… además llevaba puesta una camisa blanca con una corbata negra, un pantalón de color negro, calcetines y zapatos negros de cueroâ€. Vale, que iba de funeral.
La cosa (el libro) acaba así:
“El 8 de mayo de 1945, Alemania capituló. Así acabó el Tercer Reich, que según Hitler estaba destinado a durar mil años. A su llegada al poder, el Führer había prometido al pueblo alemán:
-Cuando lleve diez años en el poder, nadie será capaz de reconocer a Alemania.
Y en efecto, Alemania era irreconocible después de haber tenido que padecer a Hitler: un país en ruinas y reducido a escombros. Hasta Hitler se había quitado la vida con sus propias manos por temor a los rusos.â€
(como tenía que acabar)
El Informe Hitler, de Henrik Eberle y Matthias Uhl (eds.)
(Informe secreto del NKVD para Stalin… Acta nº 462, Sección 5ª, Catálogo 30 del Archivo Estatal de Historia Contemporánea de Rusia)
Editorial Tusquets. Colección Tiempo de Memoria
622 páginas (369 sin los epílogos); 29 euros
ISBN: 978-84-8383-070-3
Me parece sorprendente como, para estar comentando un libro sobre Hitler, dedicas tres cuartas partes del texto a figurarte historias sobre Stalin.
Ni rigor, ni gracia, ni buena reseña.