Este impresionante libro se publicó por primera vez en los años setenta y supuso un auténtico terremoto en las conciencias, supuestamente de izquierdas, de todos aquellos que aún confiaban en el régimen de la antigua URSS.
El archipiélago no existe, sino que es una manera de mencionar el desperdigamiento de los presos por toda Rusia. Gulag es el acrónimo de la Dirección General de Campos de Trabajo. El impacto de esta obra ha sido tan extenso que hoy en día Gulag se ha convertido en un término de uso internacional para significar prisiones de exterminio.
Su autor, Alexandr Solzhenitsyn, se adentra en las profundidades más oscuras del alma humana utilizando un estilo coloquial e irónico que hace más impactante si cabe lo que aquí se narra. Decenas de reflexiones y centenares de historias y anécdotas reales desfilan ante nuestros estupefactos ojos, tras los cuales el cerebro casi se niega a procesar tamañas barbaridades. Es una obra maestra en su más elemental sentido: impresiona profundamente nuestra sensibilidad. Según Mario Vargas Llosa es “más que una obra maestra”.
Se trata de un análisis documentado del terror soviético (sistema legal, prisiones, policía secreta…) que encarceló a unos 45 millones de personas entre 1928 y 1953 (año en que murió Stalin) y asesinó a unos 110 millones (según el autor, aunque parece ser que la cifra real, casi imposible de conocer, es bastante inferior). De todos modos ya ha quedado para la historia el régimen soviético como el más funesto de todos los tiempos, ganando por goleada a los mismísimos nazis.
Este es un libro que me dio pereza leer en su tiempo, aunque ahora le estoy agradecido a mi yo perezoso de antaño, puesto que me está permitiendo disfrutar de una lectura mucho más ponderada. Lo que más me ha sorprendido del libro es que fuera tan ameno y ágil a la vez que intenso e inteligente. Y, por supuesto, muy bien escrito (a Solzhenitsyn le dieron el Premio Nobel en 1970, antes de publicar Archipiélago Gulag). Recomiendo su lectura a todo aquel amante de la verdad, de la historia y de la literatura.
Hay quien, hoy en día, todavía cree en las bondades de un sistema político basado en los análisis económicos y sociales de Marx. Sobre esto se podría argumentar largo y tendido, pero lo cierto es que el comunismo soviético ha sido el único resultado de la aplicación práctica del marxismo. Una dictadura nunca nos puede hacer libres.
Hay quien todavía piensa que Lenin fue un santo varón traicionado por sus seguidores. Citas de Lenin: “El fusilamiento no puede considerarse un castigo; no es más que la aniquilación física de un enemigo de la clase obrera… y puede ser aplicado con objeto de intimidar a este tipo de criminales”; “El Tribunal Militar Revolucionario… debe conducir a la clase obrera, por encima de una devastación inaudita, por encima de océanos de sangre y de lágrimas… al mundo del trabajo libre…”
Hay quien todavía está convencido de que Trotsky lo hubiera arreglado todo. Citas de Trotsky: “Hay que ampliar la aplicación de la pena de muerte… para penar todo género de actividad menchevique, eserista, etc… debemos hallar una fórmula que establezca una relación entre estos hechos delictivos y la burguesía internacional”; “le envío un bosquejo del párrafo que hay que añadir al Código Penal… se trata de exponer una tesis, políticamente válida (más allá de lo meramente jurídico) que motive la esencia y justificación del terror…”.
Y también hay quien piensa que Stalin fue un padrecito bueno que debería volver al poder. Pero esto sólo lo rumian algunos humildes rusos contemporáneos, que no ven salida por ninguna parte a la espantosa situación que han heredado del comunismo real.
Cuando veo por la calle a algún chavalito todo ufano con su camiseta fashion de CCCP, tan sólo se me ocurre pensar: perdónales porque no saben lo que hacen.
Editorial Tusquets
Primer tomo: 824 páginas, 25 euros
Colección Tiempo de Memoria
ISBN:978-84-8310-408-8
Esta edición de Archipiélago GULAG se compone de tres volúmenes (Tiempo de Memoria. Tusquets 47/1-3)
Alexandr Solzhenitsyn nació en el Caucaso Norte. Estudió ciencias en Rostov, entre 1936 y 1941, año en que fue movilizado y enviado al frente. En 1945 fue detenido por “delitos de opinión” y deportado a un campo de trabajo, donde permaneció hasta 1956. Dos años después comenzó a redactar Archipiélago GULAG. En 1970 recibió el premio el Premio Nobel de Literatura. En 1974 lo deportaron. Después de veinte años de exilio en EEUU, regresó por fin a Rusia en 1994. Murió el 3 de agosto de 2008.