Desconfío mucho de los libros (o novelas) en las que se antepone en primerísimo lugar el nombre del autor. Supongo que es lo mismo cuando veo anunciada una película con un actor de renombre sin hacer mención al titulo de la película, aunque no dude que dicho protagonismo dé categoría o sea sinónimo de garantía para pagar una entrada y ver la película, creo que cualquier actor que se aprecie de serlo, debería bastarle o enorgullecerle que su trabajo hable y lo defina por sí solo.
La semana pasada, cuando fui a la Biblioteca Pública por algún libro que leer (he descubierto que ése lugar, ha sido una salvación a mis escasos euros destinados a proveerme de mi vicio por la lectura) me topé con ésta novela que a continuación voy a hablar. El nombre de Guillermo Martínez se anteponía al título del libro con un tipo de letra y color, que a todas luces, estaban muy por encima de lo que el ufanado escritor se proponía a contar. Aunque no conocía al autor (perdón por no identificar de momento, a uno de los escritores más importantes de su generación de la literatura hispana) me sonaba muchísimo un libro que viene en la micro biografía de G. Martínez, que son Los Crímenes de Oxford (días después he visto anunciada la película, basada en dicho libro). Así que bueno, digamos que empezamos con mal pie. Aunque todo sea dicho, me sorprendió gratamente saber que el buen Guillermo se había doctorado en Lógica Matemática a la edad de 23 años.
La novela (Editorial Destino, 2007) trascurre relatada de una manera muy ágil y sencilla de leer, la propuesta de la historia está bien sustentada en el suspenso y la acción que se desarrolla sin contratiempos, transcurre ante nuestros ojos de manera natural, la historia en sí, es un relato de una lucha intelectual entre un “maestro†y un aprendiz, también noté un paralelismo entre el personaje de Luciana y de Kloster, en el que ambos, atrapados en vida (Kloster en alemán, convento) â€han dejado de pertenecer a toda comunidad y a todo tiempo futuroâ€, muertos en vida, atrapados en un espiral, de muertes y asesinatos que son el enigma clave para el desarrollo de la intriga. Pero nadie sabe… nadie se entera.
En fin, que La muerte lenta de Luciana B, satisface plenamente las dos condiciones de una buena lectura, que es el de mantener el interés sobre una trama bien cimentada y un lenguaje natural y expresivo, haciendo la inversión de tiempo invertido, algo que valga la pena.
Y también hay un concurso para sus lectores: Si has disfrutado de la novela, participa y danos tu versión de los hechos.
Luisa