Roger Martin du Gard, literato y pacifista francés, Premio Nobel en 1937, nació el 23 de marzo de 1881 en Neully-sur-Seine y murió el 22 de agosto de 1958 en Serigny. Antes de escriobir su monumental obra «Les Thibault», debutó como novelista en 1913, haciendo mucho ruido en el mundillo literario de París, al piblicar Jean Barois, una excelente narracón que, en honor a la verdad, no es una novela, pero tampoco una obra de teatro, es las dos cosas, si cabe decirlo. Se trata de un formato, de una manera de desarrollar un argumento literario, que el irreverente irlandés James Joyce, acabaría de experimentar en su celébre novela «Ulises»; pero sin poner trampas al lector, y con la claridad de un escritor naturalista, al estilo de Zolá. Y si bien la prosa del autor de «La Taberna», es como un vaso de vino que se derrama sobre un mantel blanco (la famosa hoja en blanco) y que corre como un torrente hasta finalizar -en pleno climax- en un oceáno de borrachera en donde se ahoga el lector; el discurso literario de Martin Du Gard tambiés es vigoroso, pero más sosesagado, que invita a disfrutar la alegría de vivir, a pesar de su dramatismo.
Existen, han existido y existirán -la creación así lo ha programado- personas que no se someten a los dogmas religiosos, que son curiosos, que se informan, que investigan sobre el origen del mundo y acaban entonces por rechazar el contenido de las sagradas escrituras. Saben que los dinosaurios poblaron el planeta antes que el homo sapiens, que la vida emergió del agua y niegan en todo momento que Dios creó a la mujer de una costilla de Adán. Pues bien, uno de estos seres humanos es el primer personaje brotado de la imaginación del laureado autor en comento: Jean Barois.
Jean Barois, pues, se debete entre su educacón católica y la verdad de la ciencia. El momento culminante de su vida es cuando escribe en pleno uso de sus facultades mentales que nunca renunciará a sus convicciones de librepensador, pero teme -y de ahí su manifestación anticipada- que vencido, ablandado por una enfermadad mortal, acobardado por su inminente fin, a la hora de la hora se arrepienta y vuelva al rebaño.
Por lo demás, la vida de este singular personaje se desarrolla inmersa en la recreación del Caso Dreyfus, del que derivó el universal «Yo Acuso» del mencionado Ëmile Zola. En fin, esta es una obra para lectores conocedores, pero que puede ser disfrutada por cualquier persona interesada en la historia de Francia, cuna de las ideas más avanzadas concebidas en el Gran Siglo de las Luces, y fiel promotora de la libertad, Igualdad, y fraternidad entre los hombres, que herederos del mono o no pueblan y dominan la Tierra desde tiempos inmemoriales, con sus defectos y virtudes, en la luz y la sombra.
Matías Antonio Ocampo Echalaz
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