Enero es un mes de reflexión y planeación, así que por ahora, en este comienzo de 2014, dejemos a un lado las novelas y los poemarios, y pongámonos a leer un ensayo. A ese efecto propongo la lectura de «Regreso de la URSS» y «Retoques a mi regreso de la URSS», ensayos del eminente literato francés André Gide. Al primero de los libros mencionados, escrito en noviembre de 1936, le podríamos llamar también: «La decepción». Tocante al segundo, «La réplica» (junio de 1937).
Ciertamente, Gide -comunista de corazón y admirador de la revolución rusa- viaja a la Unión Soviética para constatar los grandes avances sociales y culturales que en tan poco tiempo ha alcanzado esa entrañable nación; empero, lo que sus poéticos ojos ahí encuentran es a un terrible y sanguinario dictador y las mismas injusticias -a su juicio- del viejo zarismo en muchos campos de la sociedad roja. Naturalmente, este premio Nobel de literatura, de regreso a París, su ciudad natal en donde nació el 22 de noviembre de 1869, plasma en un punzante ensayo su cruel desilusión. Luego, picado por sus ex compañeros de lucha intelectual,como el insigne Romaín Rolland, autor del famoso «Juan Cristobal» y también premio Nobel, se da el gusto de replicar las críticas de una manera más virulenta y refinada, con pluma irónica y elegante,con la clase inconfundible de uno de los escritores de más vigoroso estilo del siglo XX. Quienes tenemos en nuestra biblioteca personal su «Diario», en efecto, conocemos sus alcances literarios.
Uno de los debates que suscitan los ensayos en comento, nace como consecuencia de las relaciones que existen entre el Estado y los artistas. En el caso de la URSS, estás relaciones no pasan la prueba del ácido,si nos atenemos al estético razonamiento de Gide.
En fin: ¿por qué recomendar la lectura de textos que ya han pasado a la historia, sobre todo dado que el pueblo ruso, a partir de Gorbachov, cambió el rumbo de su destino? Gide murió en la ciudad que lo vio nacer el 19 de febrero de 1951. pero yo me pregunto: ¿qué pensaría él del actual y vigente neoliberalismo?
Matías Antonio Ocampo Echalaz