-Se ve muy bien Barcelona desde aquí arriba, mi sargento, no sabía yo que te la conocías tan bien, ni que hubieras hecho tan buenas amistades con la gente de aquí.
-Estuve tres años aquí de servicio, Virginia, eso da para bastante.
-¿Tú crees que podremos sacar algo en limpio con todo este follón de cuerpos policiales? Con eso de que ahora hay que traspasarle todo a los Mossos, seguro que acabamos a tortas ellos, los de la pasma y nosotros.
-Igual no, si vamos de cara y sin querer ponernos medallas tiene que salir bien, caray, Vir, que estamos todos del mismo lado al fin y al cabo, además ya has dicho tú misma que tengo aquí buenos contactos.
-Eso es verdad, nos están echando una buena mano toda esta gente de aquí, y los de Zaragoza que han venido destacados también. Es que tela el asunto este, nunca habíamos tenido un caso con famoso televisivo.
-Dímelo a mí, que tengo a mi capitán calentándome el móvil cada noche, y algo he de darle para contentar a los que se lo calientan a él.
Tela el asunto este, que dice la cabo Chamorro, que cada día anda con paso más firme en las investigaciones, un día la ascenderán y se me la llevarán a otro lado y a ver qué hago yo, ahora que me he acostumbrado a sus miradas y sus silencios largos. Tela el asunto, una muerta famosa, de la tele, cosida a puñaladas, un marido escritor y también famoso, un amante por ahora desconocido, pero que caerá, y en un pueblo de Zaragoza, pero claro, ha habido que venir a Barcelona, que es donde podremos desentrañar el misterio. Y aquí nos encontramos con que la policía y los picoletos estamos trasfiriendo la faena a los Mossos d’Esquadra de la Generalitat, policía de diseño, a la última, pero sin experiencia. Esperemos que la política no se nos meta como palos entre las ruedas. De momento esto funciona, tengo un buen equipo: los dos guardias de Zaragoza, un sargento que me recuerda a mí mismo hace unos años, y una exlegionaria que también tiene buena pinta, pelín amante de dar taconazos y a susórdenes y tal; y los de aquí también cumplen, gente curtida en el servicio. Otra cosa será que yo sepa mantenerlos a todos unidos y con el mismo rumbo, estoy tan acostumbrado a tratar sólo con Virginia…
-¿En qué piensas?
-En que no sé si andamos dando palos de ciego ¿tú crees que a esta mujer se la ha podido cargar un amante despechado? ¿O el marido?
-Creí que tú al marido lo tenías en un altar ¿no es uno de tus escritores favoritos?
-Eso sería una decepción, no es una convicción, pero no creo que un amante la apuñale y luego lo veamos en el funeral llorándole, no me pega.
-Cosas más raras se han visto. ¿Será algo relacionado con su programa sobre la prostitución organizada?
-Para saber más necesitamos mucha ayuda de los de aquí.
-En eso estamos, mi sargento.
-En eso estamos, mi cabo, y vámonos al cuartelillo que mañana hay que madrugar ¿hace una cerveza por el camino?
-Ya iba siendo hora, no se te ve un detalle, será el aire catalán que se respira…
Lee también «El alquimista impaciente» y otros, del mismo autor.
Visita la web del autor del libro: Lorenzo Silva
Oz
Quizá no es el mejor de la serie Bevilacqua y Chamorro, (me gustó más «La niebla y la doncella») pero, como pasa a veces, la imperfección resulta extrañamente interesante. Silva va de camino a ser el heredero legítimo del Vázquez Montalbán y su Carvalho.