Su estupenda novela Tarántula mereció mejor suerte en la recreación cinematográfica Carne Trémula que realizó un Pedro Almodóvar supuestamente exquisito. Y le salió un bodrio, claro. Zapatero a tus zapatos, Pedro, que a ti te va lo costumbrista, déjate de sosas pedanterías.
Y dicho esto, que no tiene (casi) nada que ver, pero que me apetecía decir, me gustaría que quedara clara mi opinión acerca de este escritor, Thierry Jonquet, maestro de la novela (presuntamente) negra, fallecido en 2009, no se sabe de qué, militante de izquierdas, trabajador en “entornos maléficos” (Thierry dixit), y cuya personalidad muy probablemente escondía muchas otras cosas más que, afortunadamente, desconocemos y siempre desconoceremos, porque cada persona es varios mundos y a ti te encontré en la calle. ¿Mi opinión? Este tío era (y es) un genio truculento.
Léanse ustedes La bella y la bestia solamente para flipar. Porque van a flipar. Se trata de un libro de poco más de cien páginas donde conoces al culpable (que se llama El Culpable) desde la primera página, donde el poli no hace nada más que invitar a comer a un testigo lumpen, donde las muertes son tontas a más no poder y donde el que lo remueve todo con sus preguntas se llama El Tocapelotas. Aseguro que todo parecido con la novela negra es pura coincidencia. Aquí no hay investigación ni leches en vinagre.
Aquí lo que hay, principalmente, es un viejo medio chocho que va desgranando sus recuerdos recientes, entre ellos un caótico subsistir en un apartamento atufado por un asquerosísimo síndrome de Diógenes. Y no digo más. El libro no trae manual de instrucciones, y eso es bueno. El anteúltimo párrafo del libro es éste:
Todo se va a la mierda.