Saga de Geralt de Rivia – Andrzej Sapkowski (2)

La primera parte del comentario relativo a esta saga la escribí, muy entusiasmado, cuando iba leyendo el cuarto libro. Ahora que ya he acabado las siete novelas que narran las aventuras del ínclito brujo Geralt, me decido a repetir comentario, a riesgo de aburrir, porque necesito expresar mi admiración sin trabas por este escritor polaco. Vamos, que cuanto más leo, más me gusta.

Ya no es solamente el humor, los personajes y las historias, sino que Sapkowsky se lanza a contarnos las cosas desde varios puntos de vista, a veces sin solución de continuidad, a pesar de lo cual (o gracias a lo cual) se entiende mejor y se disfruta un montón. Hace el hombre una especie de tour de force estilístico que no es que le salga bien, sino que le sale de perillas, porque le da intensidad y profundidad a la acción. En fin, que es un moderno que controla sus moderneces a la perfección, enviándonos a los lectores grumillos de satisfacción y admiración por doquier. ¡Oh! ¡Ah! ¡Qué bonito! ¡Qué elegante!… ¡Qué pena que se acabe! ¡Y qué lenguaje tan cachondo y desarmante!

Se acaba, sí, pero ya hay por ahí tres libros publicados de una nueva saga ambientada en el siglo XV. He empezado el primero, Narrenturm, y promete, promete… ¡cómo no! Ya les contaré.

De momento quedémonos con alguna cita más de las de Geralt de Rivia, todas extraídas del séptimo tomo, La Dama del Lago.

Un conde con un tic.

El caballero se dio la vuelta en la montura, guiñó el ojo e hizo una mueca simiesca. –Aunque el conde –siguió al cabo -de siempre había sido gran jodedor y semental, de tal guiño se hizo por demás pericolosus en amores porque cada blonda daba por pensar que era por afecto a ella que de aquella manera guiñaba y señas de amor procuraba. Y las blondas grandemente sensibles a tales signos son. No las imputo a ellas, no obstante, que sean todas rijosas y desenfrenadas, eso no, pero el conde, como dije, guiñaba mucho.

La hechicera opina, tomen nota.

¿Y qué es la verdadera masculinidad –meneó la cabeza burlona-, sino una mezcla en las proporciones adecuadas de estilo y locura?

Amor del bueno.

Nos dijimos muchas cosas. Nos dijimos el uno al otro verdades muy triviales. Nos dijimos el uno al otro mentiras muy hermosas. Pero esas mentiras, aunque eran mentiras, no estaban pensadas para engañar.

De vez en cuando se nos ilustra con datos enciclopédicos (de monstruos).

Korred, engendro de la numerosa familia de los estrigiformes (vid.), con arreglo a las regiones igualmente llamado korrigan, rutterkin, rumpelshtils, retortijo o mesmer. No más algo se puede decir dellos: que no se puede ser peor. Tan diablesco es él y bandido y seboso, tan hijo de perra, que ni del su aspecto ni de las sus costumbres habremos de escribir, puesto que en verdad os digo: apenas perder el tiempo en tal hijo de puta.

Un último detallito:

Marti Sodergren callaba líricamente…

Alberto Arzua

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