Bonito clásico de un autor clásico, divertido e inteligente. Con grandes dosis de ironía y buen humor, recuerda por momentos al mejor Asimov. Un argumento duro y ficticio hasta la aberración, basado en el control absoluto del mundo por parte de las compañías publicitarias… algo, por otra parte, quizá no tan ficticio.
Se lee con gusto e interés, las historias están muy bien planteadas, desarrolladas y redondeadas, no es muy largo, el protagonista se hace real y amable, dentro de su aberración, hay sorpresas, turbiedades, crudezas y un final cuadrático. ¿Qué más? Nada, que lo recomiendo para pasar un buen rato y asustarse un poco con esta sociedad que estamos creando, que siempre viene bien agitar las conciencias en estos veranos tan mojiteros.
Vayamos con las citas.
Hablando del gobierno, comenta que
Es curioso que nos refiriéramos a esa cámara de compensación de influencias como si aún fuese una entidad independiente.
Pues sí que es curioso, cualquiera lo diría.
Explicando a un descreído cómo funciona la publicidad.
… nuestros anuncios –aunque usted asegure que no los lee- lo han convencido de que usar los artículos de otra firma no es signo de virilidad. Su autoestima irá disminuyendo. En lo más profundo de su mente, usted sabrá que no está usando lo mejor. Su subconsciente no podrá soportar esa idea.
El consumidor ideal.
Me estaba convirtiendo en el consumidor ideal. Ganas de fumar; ganas de fumar un Astro, encender un Astro. Ganas de beber; ganas de beber Gaseosa, tomar un chorro de Gaseosa. Ganas de comer; ganas de comer Crocantes, comprar una caja. Ganas de fumar; encender otro Astro.
Describiendo a un crítico del consumismo.
Odié a los retorcidos cerebros que habían engañado a un hermoso consumidor… Era algo así como un asesinato… Podía haber ocupado su puesto en el mundo, comprando y usando, dando trabajo y beneficios a sus hermanos de todo el mundo, acrecentando constantemente sus deseos y necesidades, acrecentando el trabajo y los beneficios en el círculo del consumo, y criando niños que serían a su vez consumidores. Dolía verlo convertido en un fanático estéril.
Muy bueno esto del fanático no consumista.
Frases que describe como pensamientos horribles de los susodichos fanáticos:
El interés de los productores no es el interés del consumidor
Casi todo el mundo es desgraciado
Los trabajadores no encuentran automáticamente el empleo para el que son más aptos.
Los hombres de empresa no respetan las leyes del juego.
Los conservacionistas pueden ser sanos, inteligentes y estar bien organizados.
Miren ustedes qué avisos se pueden leer a la entrada de los edificios de alquiler:
La gerencia no asume ninguna responsabilidad por robos, asaltos y estupros.
La mención a estupros (relación con menores, por abreviar) queda cuando menos curiosa.
Un personaje llamado “el hombrecito” dice:
Enero es muy pesado. Convoco al Congreso y ellos me leen el mensaje, pero el resto del año pasa lentamente… A veces me dejan entrar cuando se celebra una reunión plenaria.
El tal “hombrecito” es el presidente del Gobierno.