Gabriel Miró

Uno de los más finos estilistas de la prosa castellana bien se merece que le leamos algún cachito de vez en cuando, algunos detalles exquisitos. Por aprender, digo. Por disfrutar, me refiero. Por babear un poco.

NUESTRO PADRE SAN DANIEL

En la quietud se vio resplandecer crudamente entre los dedos de Monera la naranja de su gordo reloj de oro, y al cerrar la hojuela crujió tanto el muelle que don Manuel se asustó.

EL HUMO DORMIDO

Y nuestras manos sienten la ternura olorosa de la primera palma, recta y fina, con su ramo de olivo; la que oímos crujir y desgarrarse contra los hierros de nuestro balcón una noche de lluvia, de vendaval y de miedo (…)

No eran melocotones, ciruelas, peras, manzanas… clasificadamente, sino fruta por emoción de fruta (…)

Y del humo dormido sube siempre el clamor de la lisiada entre alegría de los chicos que salen del colegio, las cinco y media de la tarde de entonces (…)

(frases capturadas por Gepunto Alonso, colaborador inhabitual)

(crudo aviso: «El humo dormido” está descatalogado)
Alberto Arzua

Esta entrada fue publicada en Cachito. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.