Gloria / Vladimir Nabokov

Resulta que un fanático de Nabokov se encuentra con una novela escrita en sus años rusos (véase Berlín), y que esa novela se llama Gloria y que ese fanático soy yo. Imaginen ustedes mi alegría y disculpen mi falta de objetividad.

Vladimir Nabokov es, en mi opinión, el mejor estilista de la literatura del siglo XX. Quizá no el mejor novelista (aunque ha escrito algunas novelas inmejorables), pero sí el mejor escritor, alguien en quien mirarse todo aquél que pretenda escribir algo decente (como un dramaturgo lo haría con Shakespeare, vamos). Y como ya ha quedado clara mi opinión y no tengo ganas de dilatarme, paso a las citas.

Atención, lo siguiente no significa que Vladimir sea machista (tampoco es pedófilo)

… mucho tiempo después Martin se mostraba receloso ante cualquier libro escrito por una mujer, porque sentía que, aun los mejores, respondían al deseo inconsciente de alguna dama madura y tal vez regordeta de adoptar un nombre bonito y acurrucarse en un sofá como una gatita.

 El prota, de niño, empieza a leer libros poco convencionales. Y despierta.

¿Pero qué podía importar entonces de dónde provenía el suave impulso que incita el alma al movimiento y la echa a andar condenándola a no detenerse nunca?

 Explicación típicamente nabokoviana de un arrepentimiento en medio de una frase.

Mientras que, por otra parte, si regresamos a San Petersburgo… continuó en tono de pregunta, pero en alguna estación anónima explotó una bomba y la locomotora tuvo que retroceder. Probablemente todo esto termine algún día –agregó tras una pausa. Mientras tanto debemos pensar en algo.

 Un hecho común.

La ávida, desenfrenada imaginación de Martin, siempre había sido incompatible con la castidad.

 Fantasías y estadísticas.

…y cualquier persona con mucha imaginación tiene fantasías proféticas de vez en cuando: tal es la estadística de las fantasías.

 Los novios juegan a inventar un país, Zoolandia, y Nabokov describe el miedo a la vergüenza.

… desde ese día condescendió ocasionalmente a jugar a Zoolandia con él, pero a Martin lo atormentaba la idea de que ella pudiera estar mofándose en secreto y en cualquier momento le hiciera dar un paso en falso, impulsándolo hacia el límite en que la fantasmagoría pierde su gracia y se sacude al sonámbulo para que vea el borde del techo sobre el que está oscilando, su andariega camisa de dormir, la gente que lo mira desde la acera, los cascos de los bomberos.

Pues eso, si son ustedes buscadores de perlas, éste es un buen libro para bucear.

Alberto Arzua

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