Me acuso públicamente de continuar la lectura del bodrio denominado El ocho a pesar de haber comentado aquí mismo el horror implícito en tan espantosa lectura. Pero mi vena masoquista, que ya se ha inyectado 244 páginas del óctuple espanto, no impidió que mis brazos, boqueando como peces en el aire, atraparan al azar una novela de Sue Grafton: F de fugitivo.
¡Qué alivio! ¡Qué liberación! ¡Qué descanso tan gozoso! ¡Por fin un libro de verdad! Si les gusta a ustedes la novela negra, recomiendo la lectura de la Serie Detective Kinsey Milhone, también conocida por las novelas del alfabeto, de la escritora Sue Grafton. Seguro que han visto alguno de sus ejemplares en las bibliotecas o librerías. Atrapen uno cualquiera y léanlo, les auguro exquisita diversión. Si no les gusta la novela negra, qué quieren que les diga, se están perdiendo algo sin razón alguna. Y como no está la vida como para desperdiciar placenteras y sencillas oportunidades, les recomiendo que se sumerjan en el mundo de la novela negra –o detectivesca-, auxiliados quizá por el artículo La Novela Negra, publicado en estas mismas páginas (donde únicamente no se menciona a los clásicos: Chandler, Hammet…).
Sue Grafton es, ante todo, una tipa listísima, porque tan sólo a una tipa listísima se le ocurre escribir una novela con cada letra del alfabeto e irlas publicando de año en año. Así se ha asegurado un público fiel durante más de veinte años. Pero, para conseguir tal fidelidad, además de inteligencia hay que tener habilidad literaria. Y la tiene. Compruébenlo en el artículo T de Trampa y en las citas que desgrano a continuación, entresacadas de mi última lectura: F de Fugitivo.
(…) La placa del Pacífico sigue frotando y empujando el continente, comprimiendo las zonas costeras y provocando un terremoto tras otro. Que nos dediquemos a nuestros asuntos cotidianos sin prestar atención al proceso es o testimonio de nuestra entereza o clara prueba de nuestra majadería. Hablando con franqueza, los únicos seísmos que he experimentado no han sido más que temblores de poca monta que sacuden los platos del escurridor o hacen que las perchas del armario se pongan a tintinear alegremente. No es una sensación más alarmante que la de ser despertada con suavidad por una persona demasiado educada para pronunciar nuestro nombre.
(…) Mientras el cura se dirigía al Señor para interceder por Bailey Fowler, me fugué mentalmente y me puse a observar a su mujer. June Haws era una cincuentona de un metro sesenta de estatura que, al igual que casi todas las mujeres gordas, había llevado una vida sedentaria. Sin ropa tenía que parecer una catarata de michelines más blancos que la harina. Llevaba unos guantes blancos de algodón y, a la altura de la muñeca se le veía un poco de ungüento amarillo de los que manchan. Temía la cara abotargada y sus miembros eran de los que aparecen en las ilustraciones de la revistas médicas para que sepamos cómo son los eccemas y las erupciones más desagradables.
(…) Llevaba apoyado en la cadera un niño regordete que atenazaba el bulto ventral con los carnosos muslos igual que un jinete preparado para lanzarse al galope. El chupete que le sobresalía de la boca parecía un tapón que pudiera quitarse a voluntad para desinflarlo. Ojos serios, el moco colgándole.
(…) Un amigo mío que se llama Leo se volvió ancianofóbico porque una vieja le dio una boñiga envuelta en un papel durante las recolectas de Halloween. Tenía entonces doce años y, según él, la vieja no sólo le estropeó el día, sino también la provisión de palomitas de maíz que llevaba en la bolsa de las recolectas. Desde entonces no volvió a confiar en la tercera edad. La gente mayor siempre me había caído simpática, pero últimamente mis sentimientos empezaban a parecerse a los de mi amigo Leo.
(…) Se me cayó la lechuga del tenedor y me metí en la boca las cuatro púas desnudas. Yo siempre tan mundana. Fingí que me gustaba comer la ensalada de aquel modo.
(…) Advertí que inconscientemente adoptaba la táctica de su madre: hacerse la víctima para explotar los sentimientos de culpa de los demás. Es una forma de relacionarse con el prójimo que, francamente, no me entusiasma.
Estas novelas de la serie del alfabeto se pueden leer en orden o en desorden. Yo, fiel a mí mismo, las leo en desorden, en el momento justo en el que una de ellas, la que sea, cae aleatoriamente en mis manos impacientes. La agarro, abro sus páginas, echo una ojeada comprobando que no la he leído antes y… ¡a gozar! Las ventajas de leerlas en orden se basan en que las escribió en orden, en que se menciona a veces sucedidos de libros anteriores, en que la protagonista (excelentísima protagonista) va creciendo al ritmo de publicación… pero como yo no he seguido tal orden, no sabría qué decirles. Seguro que es mejor, eso sí. Para espíritus ordenados. Aviso: no se enamoren de la protagonista. Ya me ha pasado y es algo imposible de curar.
En 2005 se publicó la última en castellano: S de Silencio.
En 2007 se publicó la última en inglés: T is for Trespass (transgresión)
Han sido editadas por Tusquets Editores, Salvat Editores, y Círculo de Lectores.
-
Archivo
- agosto 2022
- febrero 2019
- enero 2019
- mayo 2018
- marzo 2016
- noviembre 2015
- junio 2015
- mayo 2015
- abril 2015
- marzo 2015
- febrero 2015
- octubre 2014
- abril 2014
- febrero 2014
- enero 2014
- diciembre 2013
- noviembre 2013
- octubre 2013
- septiembre 2013
- agosto 2013
- julio 2013
- junio 2013
- mayo 2013
- abril 2013
- marzo 2013
- enero 2013
- diciembre 2012
- noviembre 2012
- octubre 2012
- septiembre 2012
- agosto 2012
- julio 2012
- junio 2012
- mayo 2012
- abril 2012
- marzo 2012
- febrero 2012
- enero 2012
- diciembre 2011
- noviembre 2011
- octubre 2011
- septiembre 2011
- agosto 2011
- julio 2011
- junio 2011
- abril 2011
- marzo 2011
- febrero 2011
- enero 2011
- diciembre 2010
- noviembre 2010
- octubre 2010
- septiembre 2010
- agosto 2010
- julio 2010
- junio 2010
- mayo 2010
- abril 2010
- marzo 2010
- febrero 2010
- enero 2010
- diciembre 2009
- noviembre 2009
- octubre 2009
- septiembre 2009
- agosto 2009
- julio 2009
- junio 2009
- mayo 2009
- abril 2009
- marzo 2009
- febrero 2009
- enero 2009
- diciembre 2008
- noviembre 2008
- septiembre 2008
- agosto 2008
- julio 2008
- junio 2008
- mayo 2008
- abril 2008
- marzo 2008
- febrero 2008
- noviembre 2007
- octubre 2007
- septiembre 2007
- agosto 2007
- julio 2007
- febrero 2007
- noviembre 2006
- octubre 2006
- abril 2006
- marzo 2006
- febrero 2006
- enero 2006
- diciembre 2005
- noviembre 2005
- octubre 2005
- septiembre 2005
- agosto 2005
-
Meta
Comparto todo lo que se diga de lo bien que escribe Sue. Llegue a la U de Ultimatum, no perdi una sola de sus obras, y mi consejo es que, si bien se pueden leer en forma aleatoria, es mejo seguir el orden correlativo.. No cae Sue Grafton, en parrafadas de nombres a los que se deben recurrir permanentemente, como sucede con otros escritores (Agatha Christie ), sino que hasta se da el lujo de darte la clave de la solucion, y sin embargo, la dosis de intriga no se pierde. Hay incluso, algunas de sus novelas, que te sumergen en una especie de terror, tal es la calidad de ella. Suerte, para los que conozcan literariamente a esta maestra de la novela policial.